Privacidad, Propósito y Testimonio Público
Un principio clave de la interpretación bíblica es que no debemos interpretar un pasaje de la Escritura de forma aislada contra otro, a menudo denominado “la Escritura interpreta la Escritura” o “la unidad de la Escritura”. Esto significa comprender cada pasaje dentro del contexto más amplio de toda la Biblia, en lugar de utilizarlo para contradecir otras enseñanzas.
Teniendo esto en cuenta, a menudo experimentamos una tensión entre dos mandamientos aparentemente opuestos: la instrucción de hacer el bien en secreto, buscando la aprobación divina (Mateo 6:3-4), y el mandamiento de dejar que nuestra luz brille para que otros glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos a través de nuestras buenas obras (Mateo 5:16). A veces, en un intento por ser piadosos y discretos, muchas personas cultivan una convicción que les lleva a desobedecer otras porciones de la Escritura. Entonces, ¿cómo reconciliamos estos dos mandamientos? ¿Existe una tensión real o más bien una cuestión de enfoque y motivación? Examinemos brevemente estos versículos fundamentales a través de una lente expositiva:
Mateo 6:3-4: La Luz Secreta de Dar
- Observación (v. 3): Jesús instruye que al dar a los necesitados, el que da debe ser tan discreto que su mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Esto enfatiza una completa falta de deseo de reconocimiento personal.
- Interpretación (v. 3): Esta declaración hiperbólica subraya la necesidad de motivos puros al dar. Jesús no está sugiriendo literalmente que nuestras manos operen de forma independiente, sino más bien que nuestras acciones deben estar desprovistas de cualquier intención de obtener alabanza o atención humana. El enfoque debe estar únicamente en el acto de generosidad en sí mismo y en el placer de Dios.
- Aplicación (v. 4): La promesa es que “tu Padre que ve en secreto te recompensará”. Esto resalta que la audiencia principal de nuestros actos secretos de servicio es Dios, y nuestra verdadera recompensa proviene de Él, no del reconocimiento humano. Esto anima a un corazón que busca la aprobación divina por encima del aplauso terrenal.
Considerando la inherente inclinación humana hacia la búsqueda de validación, esta directriz para los actos privados de servicio sirve como un correctivo vital. Participar en la benevolencia sin esperar reconocimiento externo cultiva la humildad y refina nuestro enfoque hacia la aprobación divina. Este compromiso privado fomenta una responsabilidad espiritual más profunda, donde la recompensa principal que se busca es la satisfacción intrínseca de la obediencia y el reconocimiento invisible de Dios.
Mateo 5:16: La Luz Pública del Testimonio
- Observación (v. 16): Jesús manda: “Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.1 Esto cambia el enfoque de la privacidad del acto a su impacto público.
- Interpretación (v. 16): Nuestra “luz” simboliza el poder transformador de Dios obrando en nosotros, hecho visible a través de nuestras buenas obras. El propósito de esta visibilidad no es la autopromoción, sino servir como un testimonio del carácter de Dios. Cuando otros presencian nuestros actos de amor, compasión y justicia, son dirigidos a reconocer la fuente de tal bondad: nuestro Padre que está en los cielos.
- Aplicación (v. 16): El resultado deseado es que los observadores “vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Esto enfatiza que nuestras acciones públicas deben apuntar consistentemente más allá de nosotros mismos hacia Dios, inspirando alabanza y reconocimiento de Su gloria.
Por el contrario, la visibilidad intencional de las buenas obras, cuando está motivada por un deseo genuino de glorificar a Dios, sirve como una poderosa forma de testimonio. Cuando nuestras acciones están impulsadas transparentemente por la gratitud y un compromiso de reflejar el carácter de Cristo, pueden inspirar a otros y dirigir la atención a la fuente última de la bondad. La diferencia crucial radica en nuestra motivación: ¿buscamos la alabanza personal o aspiramos a glorificar a Dios a través de nuestras acciones?
Pregúntate a ti mismo:
- Cuando estoy ayudando a la gente, ¿una parte de mí secretamente quiere que se den cuenta? ¿Cómo puedo aprender a hacerlo solo para agradar a Dios?
- ¿Hay oportunidades para que yo haga cosas buenas en silencio que estoy perdiendo? ¿Cómo puedo ser generoso cuando nadie más está mirando?
- Cuando la gente me ve haciendo el bien, ¿qué quiero realmente? ¿Estoy tratando de hacerme parecer importante o estoy tratando de honrar a Dios? ¿Cómo puedo notar la diferencia?
- ¿Cuáles son algunas formas reales en que mis acciones delante de la gente podrían hacer que quieran conocer mejor a Dios y alabarlo? ¿Estoy pensando en eso cuando estoy sirviendo o ayudando a otros?
- ¿Hay un buen equilibrio en mi vida entre hacer el bien en secreto y hacer el bien donde la gente pueda ver? ¿Estoy haciendo demasiado de uno y no lo suficiente del otro?
Al final, tanto la manera silenciosa como la pública de hacer el bien tienen su lugar en el plan de Dios. Hacer las cosas en secreto nos ayuda a mantener nuestro corazón recto y puro, mientras que hacer las cosas públicamente puede mostrar la esperanza del Evangelio a todos. Lo importante es verificar siempre por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo, asegurándonos de que, ya sea que estemos en las sombras o en el centro de atención, nuestro objetivo principal sea glorificar a Dios al ayudar a otros mientras los dirigimos a Cristo.
